Trabajo en un pequeño pueblo en la falda de una montaña; cada
mañana después de aparcar el coche y antes de comenzar la jornada, miro,
escucho, olfateo y siento todo el entorno que me rodea, lo tengo como un
ritual, y es que tengo el gran privilegio de vivir cerca de la naturaleza.
Hoy
la niebla parecía abrazar la cumbre de la montaña mientras decenas de
pajarillos ajenos al acontecimiento cantaban y revoloteaban unos detrás de
otros; y es que estaban contentos, la lluvia les había dado una tregua para poder
jugar. Han sido dos días de agua casi permanente y cuando llueve la naturaleza
se torna quieta, silenciosa, de hecho ayer, a la misma hora, mientras
lloviznaba lo único que escuché fue el inconfundible ulular de un búho que me
saludaba antes de disponerse a dormir después largas horas de vigilia. En este momento de quietud y de silencio tanto animales como plantas y árboles no dejan de agradecer la bendición que
cae sobre ellos, ya que saben sabiamente que sin agua no podrían sobrevivir.
Nosotros también la necesitamos y es urgente que nos hagamos conscientes de la gran sequía a la que nos enfrentamos.
Antiguamente,en diversas
culturas y civilizaciones,hacían rituales para pedirle lluvia a los Dioses a
través de cantos y danzas; aún hoy en muchos lugares del mundo se realizan
estas ceremonias.
Yo tengo un mantra que voy
repitiendo interiormente cada día, pongo la intención para que la lluvia llegue
y lo hago desde el corazón, que es el que tiene la fuerza y el poder. Aquí os
la dejo por si os animáis. La vida la creamos con nuestras intenciones, vamos a
luchar por un planeta verde y vivo.
"Gracias Gran Espíritu por esta agua con la que nos
bendices; gracias Gran Espíritu por esta agua sanadora, purificadora y
regeneradora de bosques, prados y montañas; gracias Gran Espíritu por mostrarme
el camino de la gratitud "
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