LA VOZ DEL CORAZÓN

Nos enamoramos del amor, esa gran fuerza que lo mueve todo. Aparece alguien en nuestra vida y nos causa un impacto en el corazón; nuestras hormonas se disparan, de repente a tu alrededor parece cobrar todo sentido, surge de ti una fuerza incontrolable que lo arrasa todo, te vuelve la ilusión, proyectos que tenías olvidados parecen recobrar vida, te sientes feliz, te sientes capaz, te sientes vivo…Sin saberlo, la realidad de todo esto es que con lo que conectas es con tu propio ser, con tu propia luz, con un amor olvidado hace eones.
Hay quién recibe esta aparición en un momento de su vida en el que intenta superar un duelo y busca un poco de luz en el camino, hay a quién le llega en una época de supuesta estabilidad emocional, de puro convencimiento de estar viviendo una vida que ha escogido libremente.
Y en un instante con la misma rapidez con la que llega dejándonos una falsa sensación de felicidad, se aleja, desaparece, nos abandona, lo rechazamos; no importa el causante, el motivo siempre y cuando exista una conexión entre los dos, es el mismísimo  miedo, la otra cara del amor.
Y entonces tras la ruptura desaparece la euforia y deja tras de sí un vacío en ambas partes, pero no es un agujero momentáneo causado por la ocasión, es un vacío existencial, surgido del caos y que todo ser viviente tiene que llenar en este tránsito por la madre tierra hasta conectar con su verdadera luz, con su verdadera esencia.
Las relaciones entre parejas, padres, hijos, amigos, compañeros, es un recorrido hacia la comprensión y el autoconocimiento de uno mismo, es un camino hacia el AMOR.

LA GUARDIANA DE LA MONTAÑA

Esta tarde después de comer he sentido una llamada, mi alma pedía a gritos dirigirse al bosque, siempre me quedo un momento con los ojos cerrados y le pregunto a qué zona necesita ir; de seguida recibo la visión del lugar que ha escogido.
Cada bosque tiene su energía particular, en unos entras y te sientes danzar junto a hadas y unicornios, en otros te ves correr entre indios y lobos. En esto influye el Deva que lo habita y todos los espíritus que lo asisten. Cada roca, cada flor, cada especie de árbol, cada animal que en él mora, tiene un mensaje que transmitirnos, una historia que contarnos, una leyenda que recordarnos.
Penetrar en un bosque es permitir que la magia inunde todas las células de tu cuerpo, es sonreír a cada paso, descubrir hechos extraordinarios, dejarte mecer por el murmullo de seres imaginarios, sorprenderte llegando a emocionarte, y esto es lo que a mí me ha ocurrido hoy.
He iniciado el camino montaña arriba sin saber cuál sería mi destino. A unos ochocientos metros algo dentro de mí me ha incitado a girar a la izquierda y a subir por un montículo de tierra que me ha llevado a un pequeño llano en forma de círculo rodeado de arbustos y de una pequeña encina. Tras él un largo muro de piedra separaba el diminuto espacio sagrado de un gran pinar donde imponentes seres iban a ser testigos de un pequeño y extraordinario suceso.
No me ha había dado tiempo de enderezarme al acabar de trepar el pequeño cerro, cuando una gran mariposa Reina ha venido a mi encuentro realizando giros a mi alrededor, como queriendo cercionarse de que yo me hubiese percatado totalmente de su inesperada presencia. Era de un rojo intenso con los bordes de las alas negros y chispitas blancas que moteaban de luz su frágil cuerpo.
En poco más de un minuto se ha posado ante mí, ahora en una hoja de la encina, ahora en el suelo, seguidamente en un rosal silvestre, y vuelta a empezar, pero sin salir en ningún momento del sacro lugar; hasta que con una sonrisa radiante en mi rostro, le he preguntado: me estas invitando a jugar contigo?
Entonces una pequeña corazonada me ha sugerido que me sentase en el pequeño círculo, que cerrase los ojos y me dejase llevar por la fantasía de que vendría a posarse sobre mí. No es la primera vez que me ocurre algo sorprendente, así que no tenía nada que perder.
No había realizado más de seis u ocho respiraciones profundas cuando inexplicablemente he ESCUCHADO el sutil aleteo de sus alas girando en torno a mí, y acto seguido la levedad de sus diminutas patitas posándose sobre mi hombro. He abierto los ojos sin mover absolutamente ni un ápice de mi cuerpo y por el rabillo del ojo la he visto ahí acomodada, calmada, elegante, amorosa, segura,; mi aura le había susurrado desde el primer momento en que me vió que ya nos conocíamos, que la considero la guardiana del lugar, que frecuento muchos rincones de la zona, que soy amiga de los seres del bosque y que vibro con su misma energía.” LA TIERNA ENERGÍA DEL CORAZÓN”.

LA FUENTE DEL SILENCIO

Tomamos el camino en busca de la pequeña cascada, que aunque divina, ya que no existe nada carente de belleza en la naturaleza, no es precisamente lo que más nos impactó.
Los pinos a los lados y las mariposas revoloteando a nuestro alrededor nos pronosticaron una buena acogida.
Un empinado sendero que bordeaba la montaña nos presentó al valle que aguardaba paciente nuestra llegada.
El olor a tierra mojada, el abrazo del viento, el murmullo de los pájaros, el dulzor de las moras y los destellos de luz entre los árboles nos transportó a otros mundos mientras nos adentrábamos en un frondoso y húmedo bosque surgido de la nada después de haber descendido silenciosamente la otra parte de la montaña.
Acebos, ruscos, hiedras, líquenes y musgos nos ofrendaron con su magia mientras la voz del rio nos susurraba sutilmente lo que acababa de acontecer unos metros más arriba.
Desde ese momento fue la intuición la que nos guió hasta nuestro destino. Diminutas sendas se abrían a nuestro paso y sólo algunas nos invitaban a entrar; pero fue de una de ellas de la que percibimos de una manera profunda su tierno aliento; una leve insinuación suya nos hizo penetrar en un reino sagrado, un espacio lleno de silencio, donde duendes y hadas habitan juntos fusionándose entre agua, helechos y rocas.
El caño de una fuente natural emergía esplendoroso con el fin de saciar al sediento de espíritu; y el gran Deva que la acompañaba y que protege el lugar esperaba sosegado a leer la pureza de las recién llegadas; porque sólo al que llega con la inocencia de un niño y al que posee un corazón puro Él se le presenta.
Es amoroso, protector, un ser lleno de luz con mirada profunda. Sabio entre los sabios.
A la vuelta con el alma repleta y después de haber brindado un apetitoso presente a toda vida viviente, nos miramos las dos a los ojos y supimos en ese mismo momento que el que beba de esa agua ya nunca volverá a ser el mismo, porque cada noche y en cada sueño escuchará las risas, travesuras, cantos y danzas de todos los seres que moran en la fuente del silencio.

LA MAGIA DEL MOMENTO

Ayer escuché un gran graznido mientras paseaba ensimismada por la orilla del río, y me vino a la mente un taller de varitas mágicas que realicé hace poco más de un año. Asistieron 7 magníficas mujeres para fabricar la herramienta que les ayudaría a traer magia a sus vidas.Recuerdo que mientras ellas estaban enfrascadas en la tarea, yo percibía la alegría,el amor y la ilusión con la que las elaboraban. 
Al acabar, cada varita llevaba el sello peculiar y particular de cada una de ellas, pero de todas emanaba fuerza, sabiduría y poder interior.
Un par de días antes, había ido yo a recoger las ramas que después ellas transformarían convirtiéndolas en su vara de poder.
No sabía que me depararía ese día, cada vez que salgo al bosque ofrendo a Gaia por los regalos que me otorga, y yo sé que ella agradecida me deleita con un nuevo acontecimiento.
Así que me puse manos a la obra, pedí a las hadas que me indicaran hacia donde dirigirme y de seguida me vino a la mente una gran encina a la que yo venero enormemente, así que me dirigí hacia allí, y la verdad es que era el lugar indicado, justo al lado de ella se elevaban majestuosos un par de pinos, y no muchos metros mas allá un trozo de tierra con una decena de almendros totalmente floridos mitad blancos y mitad rosados. 
Mientras recogía las ramas del suelo de éstos magníficos seres escuché unos graznidos inconfundibles, miré hacia el cielo, y allí estaban, un par de cuervos, impregnándome de su magia, para yo poder inyectarla en las generosas ramas que cargaba en mis brazos. No me lo podía creer, habían aparecido, yo sabía perfectamente que era el tótem de la MAGIA, y realmente los esperaba, imaginaros que regalazo, que un par de cuervos me acompañaran precisamente el día que recolectaba material para un taller de varitas mágicas. Estos son los milagros que ocurren día a día si estamos despiertos y abiertos a recibirlos.
Antes de irme dejé en un hueco de la encina un puñado de cacahuetes, a las ardillas les encantan y dí las gracias a los árboles por otorgarme parte de su fuerza en aquellas ramas que aunque ya caídas seguían manteniendo su esencia.olvidaré ese día.
De camino a casa recordaba el gran mensaje que nos ofrecen los cuervos: " BUSCA AL MAGO EN TU INTERIOR Y TRANSFORMA TU VIDA" " TIENES EL DERECHO DE VER, Y VAS A EXPERIMENTAR LA MAGIA DE LA VIDA". 
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EL GRAN OLMO

Cerca de donde vivo reside un gran olmo, éste está acompañado de tres hermanos suyos, y alrededor se hallan una decena de moreras, dos pinos bastantes enclenques y un abeto de porte excelente.
Es un parque que siempre me ha llamado la atención por la energía que desprende, pero la verdad es que lo había visitado en pocas ocasiones. Últimamente debido a las altas temperaturas, cada mañana y cada tarde a última hora me dirijo allí para que mis mascotas disfruten de su merecido tiempo de recreo.
Me encanta sentarme por la tarde en el banco que hay justo en medio de dos de los olmos. Simplemente acallo mi mente y me dejo llevar por los rayos de luz que debido a su dorada tonalidad me advierten de que el sol está apunto de ocultarse tras la imponente montaña.
Entonces cierro los ojos e increíblemente y como si de un gran sintonizador dispusiesen, justo en ese momento todas las aves del entorno se agrupan entre las ramas de los árboles  para sucumbir al sueño, gorriones, tórtolas, urracas....Alguna tarde también he visto posarse una gran mariposa reina, deben de sentirse protegidas junto a sus alados compañeros.
Entretanto los enigmáticos murciélagos hacen su silenciosa aparición sorprendiéndome con sus impredecibles giros en zig-zag. Son los señores de la noche, del inconsciente; son el símbolo de los sueños, de la intuición, poseen una altísima sensibilidad. Yo me quedo embobada mirándolos, me transportan a un mundo de ensueño.
Con tanto hechizo, me olvidé del gran olmo, ya que a él le dedico este escrito.
Esta mañana al ir a saludarlo, su presencia se me tornó diferente, percibía en él un aura especial, había brillo en sus hojas, de cada una de ellas me pareció distinguir diferentes notas con las que yo me veía capaz de componer la melodía de mi propia historia.; sus ramas apuntando hacia el cielo parecían querer mostrarme las infinitas oportunidades que se me presentarán a partir de ahora si estoy atenta, si escucho el latir de mi propio corazón, si sigo mi propio ritmo, si me hago fiel e íntima amiga de mi intuición. Su tronco firme, fuerte y seguro me hablaba de mis experiencias y de la savia que éstas han aportado a mi vida. Finalmente las pocas pero vigorosas raíces que emergían del suelo señalando al árbol la clave de su existencia, provocaron en mi un sólido sentimiento de conexión con un pasado ancestral, un pasado enriquecedor liderado por abuelos y abuelas de diferentes culturas, en épocas distintas, pero todos ellos con un mismo pulso, un mismo latido; el respeto y el amor por todo lo que existe, por todo lo que és en este gran hogar llamado universo.
Gracias olmo por tu amor y sabiduría.

LA VOZ DE LA ENCINA

Hoy he cogido el coche y me he alejado unos cuatro km del pueblo. He ido a visitar a un Gran Ser de belleza y fortaleza extraordinaria. Es una encina, alta, inmensa, majestuosa; su forma simula un templo, ya que sus largas ramas se inclinan hacia abajo hasta casi tocar el suelo. Al acercarme, ella me ha invitado a entrar en su interior como otras tantas veces.
Me he sentado en una piedra a dos metros de su tronco; los rayos de sol entraban tímidos atravesando su copa y queriendo bañar mi rostro con su luz. Me he quedado quieta, en silencio; es un lugar mágico, lleno de paz, de recogimiento.
Ella ha esperado como siempre, respetuosa, comprensiva, paciente, a que yo escuchase el sonido de mi propia voz, mientras su aura y la mía se iban fundiendo y entrando las dos en un verdadero estado puro de vibración.
Me oía respirar, ha visto como una pequeña brisa se llevaba y esparcía por el lugar las decenas de pensamientos que han visitado mi mente en unos pocos minutos.
Entonces ha percibido en mí un estado de alerta, un pensamiento mío ha desencadenado una emoción y mi cuerpo ha empezado a moverse, a quejarse, y mi respiración a agitarse; todo ha sido un acto imperceptible por el ojo humano, incluso muchas veces por uno mismo, pero ella es un ser sabio, amoroso y sanador y ha intuido lo que mi alma necesitaba en ese momento.
Ha sido entonces cuando he escuchado dentro de mí una tierna voz que me susurraba: “ven, acércate, cierra los ojos y abrázame; todo está bien”.
Me he aproximado, la he rodeado con mis brazos, he apoyado una parte de mi rostro en su tronco y me he dejado mecer por ella; sentía toda la fuerza y la magia del universo sobre mí; me sentía acompañada, protegida, a salvo.
De mis ojos escapaba un sollozo de emoción, cuando he vuelto a sentir otra vez desde de lo más profundo de mí la misma voz que me decía: “Sécate esas lágrimas de alegría y escucha mi canción”.
Yo ya llevaba un rato escuchando el piar de los pajarillos festejeando el olor a primavera y sobre todo escuchando el persistente ti-ti de un carbonero común que lleva un tiempo conmigo siendo guía y compañero. Pero en verdad, no me esperaba el inimitable chillido del águila, siempre me estremezco al escucharlo, siento el halo de gracia y libertad que lo acompaña, es el animal que más me conmueve.
No quería dejar de abrazar a ese Ser tan incondicional, pero a la vez quería salir a cielo abierto para ver planear el ave que es parte de mí; y otra vez la suave voz: “Sal de mi templo y escucharás maravillada mi canto”.
Entonces he salido al exterior, un par de nubes surcaban el cielo y entonces de la nada, lo he visto surgir; chillaba y chillaba mientras planeaba, pero entonces he escuchado otro grito y ha aparecido otro, es la época de apareamiento y el baile que hacen de enamorados es espectacular. Mientras miraba emocionada el filtreo, dos águilas más me han bendecido. Así que cuatro seres celestiales me han cantado mientras danzaban sobre mi cabeza más bajas de lo habitual.
Y a lo lejos escondido entre los pinos el graznido de un cuervo me ha traído de vuelta para recordarme que la magia está en cualquier lugar, en cualquier momento, siempre y cuando estemos en sintonía con el corazón de todos los seres que habitan este bello planeta.

ORACIÓN A LA MADRE


Gaia es nuestra Gran Madre, ella nos nutre, sana y ama incondicionalmente.
Ella nos ofrece cada día regalos si nosotros estamos abiertos a recibirlos. Nosotros también podemos hacer algo por ella, y es encender la luz de nuestros corazónes, expandiendo así nuestro amor por este maravilloso planeta.


Reina Madre, Madre Divina,
bendíceme en este nuevo camino
que emprendo de sanación, de paz, de amor y de plenitud.

Guía mis pasos hacia mi Ser Divino,
así podré caminar a tu lado,
enseñando a otros a encontrar su propia luz en ti.

Imprégname de tu esencia,
así reconoceré la gracia,
capacidades y dones que me envuelven.

Abrázame cada noche,
y revélame a través de los sueños
tus más profundos deseos,
y yo prometo velar por ti,
esparciendo tus semillas
en muchos corazones.