EL GRAN OLMO

Cerca de donde vivo reside un gran olmo, éste está acompañado de tres hermanos suyos, y alrededor se hallan una decena de moreras, dos pinos bastantes enclenques y un abeto de porte excelente.
Es un parque que siempre me ha llamado la atención por la energía que desprende, pero la verdad es que lo había visitado en pocas ocasiones. Últimamente debido a las altas temperaturas, cada mañana y cada tarde a última hora me dirijo allí para que mis mascotas disfruten de su merecido tiempo de recreo.
Me encanta sentarme por la tarde en el banco que hay justo en medio de dos de los olmos. Simplemente acallo mi mente y me dejo llevar por los rayos de luz que debido a su dorada tonalidad me advierten de que el sol está apunto de ocultarse tras la imponente montaña.
Entonces cierro los ojos e increíblemente y como si de un gran sintonizador dispusiesen, justo en ese momento todas las aves del entorno se agrupan entre las ramas de los árboles  para sucumbir al sueño, gorriones, tórtolas, urracas....Alguna tarde también he visto posarse una gran mariposa reina, deben de sentirse protegidas junto a sus alados compañeros.
Entretanto los enigmáticos murciélagos hacen su silenciosa aparición sorprendiéndome con sus impredecibles giros en zig-zag. Son los señores de la noche, del inconsciente; son el símbolo de los sueños, de la intuición, poseen una altísima sensibilidad. Yo me quedo embobada mirándolos, me transportan a un mundo de ensueño.
Con tanto hechizo, me olvidé del gran olmo, ya que a él le dedico este escrito.
Esta mañana al ir a saludarlo, su presencia se me tornó diferente, percibía en él un aura especial, había brillo en sus hojas, de cada una de ellas me pareció distinguir diferentes notas con las que yo me veía capaz de componer la melodía de mi propia historia.; sus ramas apuntando hacia el cielo parecían querer mostrarme las infinitas oportunidades que se me presentarán a partir de ahora si estoy atenta, si escucho el latir de mi propio corazón, si sigo mi propio ritmo, si me hago fiel e íntima amiga de mi intuición. Su tronco firme, fuerte y seguro me hablaba de mis experiencias y de la savia que éstas han aportado a mi vida. Finalmente las pocas pero vigorosas raíces que emergían del suelo señalando al árbol la clave de su existencia, provocaron en mi un sólido sentimiento de conexión con un pasado ancestral, un pasado enriquecedor liderado por abuelos y abuelas de diferentes culturas, en épocas distintas, pero todos ellos con un mismo pulso, un mismo latido; el respeto y el amor por todo lo que existe, por todo lo que és en este gran hogar llamado universo.
Gracias olmo por tu amor y sabiduría.

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